A veces te encuentras con un libro como quien tropieza con alguien que no esperaba conocer y surge la química. Se sucede una serie de circunstancias que provoca el encuentro y de repente el saludo con el nuevo libro te despierta unas enormes ganas de conocerlo.
Otras veces puede que hubieses estado persiguiendo el encuentro porque estabas convencido de que esa bella perla debía ser tu próxima lectura.
Sea como fuere, el encuentro se produce y te sientes realmente emocionado.
Ahí estás, en tu lugar y momento preferidos para leer. Contemplas la portada, lees tal vez la sinopsis o los datos del autor y, abres el libro por la primera página con el deseo de un mundo nuevo tras ella.
Y tras unas cuantas páginas...
-unas pocas si eres lo suficientemente frío como para racionalizar el desastre de un desafortunado enamoramiento
-demasiadas si siempre estás dando oportunidades de más
-¡todas si eres de los que necesitan hundirse en el lodo para confirmar que la química fue una mera ilusión y esto no-fun-cio-na!
...llegas a la triste conclusión: esa bella perla no es para ti. Tal vez en otro tiempo, en otro lugar. O sin tal vez, simplemente no estáis hechos el uno para el otro.
Admítelo: hay muchos premios Nobel infumables para ti, centenares de autores demasiado sesudos, miles de libros con un nivelazo intelectual-filosófico-espiritual (o eso dicen) al que tú no llegas. No te empeñes, solo sufrirás más y alargarás el duelo.
Hay libros hermosos (o eso dicen) que no son para ti. O quizás, de todo ese enorme conjunto (o eso crees tú), hay unos pocos que te concederán otro encuentro más adelante, cuando madures, cuando crezcas, cuando estés preparado.
Lo difícil será discernir bien dentro de todo ese conjunto. Tal vez en eso consiste madurar. En aprender a discernir los encuentros que nos van a enriquecer de los que no.
Si aprendes a discernir, si ya estás preparado, quizá vuelvas a encontrarte con alguna de esas bellas perlas que un día te dejaron plantado. Y entonces estallará la química y devorarás cada página con alegre revancha.
Si eso sucede, disfruta cada letra de vuestra envidiable relación.
Pero si todo vuelve a fallar y Otelo te da plantón. Si la química muere de nuevo y Cyrano se ríe de ti con su inigualable palabrería. Si el feeling con Kafka, Cervantes, Tolstoi, Vargas Llosa, no lo llegas a sentir nunca:
- No te preocupes. Esas perlas están brillando para otro tipo de lectores.
- No desfallezcas. Puede que un café con Otelo sea una cita desastrosa pero eso no significa que vaya a serlo también con su primo; dile que te presente a Hamlet.
- No te desanimes. En el inmenso océano de las letras, hay tantas perlas como lectores; encontrarás seguro las que brillen especialmente para ti.
Desde este modesto blog, te animamos a que sigas buscando. Y si en la búsqueda te enamoras y tu mente y corazón se llenan de un mundo nuevo que expande el tuyo propio, compártelo con nosotros.
Tal vez, también sintamos la química contigo.
Feliz búsqueda.
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